"No me hago
cargo de cuando dicen que soy genial o soy horrible"
La humildad
de un virtuoso que la remó mucho para llegar a donde está. El cómico detrás de
una taza de café, distinto a lo que es detrás de un micrófono, cuenta que su
profesión no es algo especial y remarca
su necesidad de recordar cómo en una época el actor era un lacayo que hacía
monerías a cambio de las sobras.
En la esquina de un moderno bar un hombre se oculta
detrás de un diario abierto. Desde la puerta de entrada solo se pueden ver un
par de manos pequeñas sujetando el Página/12
de este frío martes en la Ciudad de Buenos Aires. Al ruido de una puerta
abriéndose, su cabellera canosa y sus ojos celestes detrás del cristal de un
par de lentes se asoman por encima del periódico. Se trata del actor Peto
Menahem, a quien ni el ruido del tráfico que entra por la ventana de la cantina
de al lado de la radio Metro, la
fuerte música o los ruidos de una cafetera que evitan que su voz se escuche
logran interrumpir su profundo estado de tranquilidad.
Rodeado de
cuadros de la artista Alicia D’Angélica, Gustavo Ariel Peto Menahem recuerda sus comienzos como actor: “La remé mucho y la
sigo remando; quizá de otra manera, ando en otro bote pero no hay más que el
remo”. Hubo un momento de su vida en el que el cómico, confiesa, la pasó muy
mal: “No sabía qué hacer ni cómo hacer”.
-¿Dudaste
en algún momento de querer continuar dedicandote a la actuación?
-Nunca. Sí dudé de si iba a poder vivir de esto.
Laburé muchísimo de un montón de otras cosas durante años y saqué cosas buenas
de eso.
Peto no se
cree diferente a las demás personas por su oficio, no se considera “una figura
pública” y, por sobre todas las cosas, no cree que “ser actor sea algo muy
especial”.
-¿Qué
es ser actor?
-Es un trabajo que en una época era bastante
desagradable. Y a veces lo sigue siendo; un actor no es solo lo que brilla en
la televisión. La mayoría de los actores no tiene trabajo constante. Uno no
tiene una credencial que lo haga especial. En una época el actor era
considerado un lacayo total que iba por los reinos haciendo sus monerías y le
daban lo que sobraba en la cocina.
Además de
mostrarse como una persona totalmente distinta a la que se puede oír en su
columna del programa radial Metro y Medio,
en la que su eufórico personaje señala de manera rápida y con una voz fuerte
claves sacadas de un manual de antiayuda ; y más parecido a aquel que
protagonizó en la película Juntos para
siempre con las actrices Florencia Peña y Malena Solda, donde interpreta a
un guionista desconectado de la realidad, Peto sonríe al final de cada oración
y asiente a todo lo que le dicen. A la hora de opinar acerca de esta “desconexión
necesaria” alerta que hay que tener cuidado: “No se puede estar hiper sensible
todo el tiempo pero hay que tratar de ir por la vida sin lastimar a los que te
rodean”, cuenta, mientras acomoda los objetos de la mesa que se le atraviesan
para llegar a su taza de café, lo que pareciera ser su mensaje a compartir.
-¿Cómo
te manejas con el ego?
-Yo debo tener mucho ego pero lo mantengo bastante
a raya. No estoy de acuerdo con que para estar en el medio hay que tener mucho
ego; solo es una manera. No soy una figura pública; soy actor. Y no creo que
sea muy especial, es un trabajo más. Puede que eso se venda pero yo no compro
eso. Creo que tengo ego y a veces lo uso de más pero trato de combatirlo mucho.
-En
una entrevista dijiste que la mayor parte del tiempo te gustaría ser alguien
que nos sos…
-(Su risa
interrumpe) Sí, es cierto.
-¿Esto
se relaciona a que sos actor?
-Quizá. Nunca lo había pensado. No soy de estar muy
satisfecho con cómo soy; me gustaría ser otro. Hay otra gente que me gusta más.
Me gustaría ser como cualquiera más alto. Me gustaría ser alguien que tuviera
mucha más disciplina para trabajar, que sea más riguroso, menos ambicioso y más
calmado. Uno valora mucho las virtudes de los demás y me gustaría ser ése que
tiene las virtudes que admiro de los demás.
Los ojos de
Menahem miran por la ventana y va cayendo como en el recorrido de la reflexión:
va a enumerar aquello que reconoce bueno en él pero asegura que además de ser
virtudes éstos son defectos. “Si bien soy muy ansioso también soy muy paciente;
muy en el fondo de mí tengo mucha confianza; me permito dudar de todo con lo
que he ido limpiándome de miedos. A veces, pienso si de verdad soy creativo. Y,
sobre todo, no me tomo nada en serio”.
-¿Quiénes
son tus ídolos?
-Mis referentes son muchos: Los Beatles y, no
solamente por su música sino, por su humor. Jorge
Luis Borges, Groucho
Marx, Frank Zappa, Bugs Bunny y El Pato Lucas.
Todos me han marcado mucho. Pero me pasa que ellos eran mis ídolos de cuando
era pendejo y una vez que crecí ya dejó de importarme querer conocerlos; como a
los Beatles, de quienes yo era fanático. Son una referencia; me gusta lo que
han hecho y no tengo intención de conocerlos. Ya conozco gente buena y linda
con la que me gusta estar; el resto, bienvenidos sean y sino, no importa. Lo
que me importa es su obra.
Entre estas
personas que ya conoce hay alguien a quien no deja de nombrar. Su compañero de
elenco en las, ahora, cinco temporadas de Cómicos
y, también, la razón por la cual está en la radio: su amigo, Sebastián Wainraich. Lo cita a la hora de hablar de críticas de gente que le
importa, de gente con la que es feliz trabajando, gente que le va a decir lo
que piensa porque, al igual que el resto de sus colegas en Cómico y Metro y medio, “son
muy crueles y no perdonan una”.
-¿Cómo
recibís la crítica del público?
-Me gusta ver la reacción de la gente a la hora de
ver una película o una obra mía. Me gusta que se rían. Las malas críticas no me
preocupan; me interesan más las críticas de determinada gente: mis amigos. Me
interesa mucho la crítica de la gente en quien confío por su criterio. No me
hago cargo de cuando dicen que soy genial o soy horrible. Es algo que les pasa
a los demás.
-Una
vez dijiste que el escenario es un arma y tiene su poder…
-El escenario siempre se apodera de mí mientras
dura la función. Después, no. Es un arma en el sentido que te da el poder de
que la gente te escuche lo que estás diciendo y hay que tener cuidado con lo
que se dice; ser responsable. Y no me refiero al mensaje sino a que hay que
hacerlo de la mejor manera y con amor.
-Has
hecho teatro, cine, televisión, escribiste un libro y estás en la radio, ¿hay
algo que te gustaría hacer?
-Me gustaría formar una banda. El año pasado
empezamos a tocar un poco pero se complicó, y ahora me gustaría encontrar el
espacio para tocar. Somos todos amigos y ellos son de esos amigos chotos que si
no les gusta algo y creen que es una cagada te lo van a decir. Ellos son
músicos profesionales grosos que tocan hace mucho. Yo no. Hace mucho que toco
la guitarra pero mal.
Junto con los cómicos Martín Rocco, Daniel Breitman y Sebastián Wainraich, presentan desde
el jueves 1 de septiembre en la sala
Pablo Neruda del Paseo la Plaza la quinta temporada de Cómicos.
-¿Qué es Cómicos para vos?
-
Creo que Cómicos se volvió más un
grupo de humor que de stand up y me gusta mucho trabajar con esas tres
personas; me gusta lo que se genera cuando estamos los cuatro juntos arriba y
abajo del escenario: me provoca alegría actuar junto a ellos. Si no fuera así
no lo haría.
Con la llegada del espectáculo Cómicos
5, Peto Menahem asegura que seguirán hasta que se acabe o
cambie, como pasó cuando se integró Daniel Breitman tras la ida de Diego Reinhold: “Seguimos
felices y creo que con calidad”.
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